Las complicaciones del coronavirus conocidas hasta el momento

La COVID-19 puede traer consigo no solo problemas pulmonares sino también neurológicos y motrices. Cuatro médicos nos cuentan lo que se sabe por el momento.

Hablamos sin parar sobre él, los estudios (algunos sin revisión por pares) se suceden día tras día, leemos acerca de rebrotes, vacunas en marcha, maneras en que el virus infecta el organismo, sobre supercontagiadores, número R…  Sin embargo, la realidad es que, ante el coronavirus, nos encontramos prácticamente en pañales y es que se sabe muy poco sobre este feroz enemigo que ha logrado poner en jaque a toda la humanidad (y lo sigue haciendo).

Lo que sí se conoce sobre la COVID-19 es que, en el caso de muchas personas, no solo bastará, como si fuera poca cosa, con superarla, sino que generará complicaciones que podrán tornarse en secuelas (irreversibles). Tal y como nos cuenta Judith Sánchez-Raya, jefa del Servicio de Medicina Físisca y Rehabilitación del Hospital Universitario Vall d’Hebron: “Las secuelas se consideran a partir de los seis meses de salir de la UCI. Lo que vemos ahora son complicaciones. Las secuelas son definitivas”. Por tanto, aún podríamos llevarnos más sorpresas. “Pensábamos que esto solo afectaba al aparato respiratorio y no, hay afectación neurológica, hemos visto casos de inflamación del corazón, de daño en el riñón… Afecta a otros órganos”, nos cuenta Sánchez-Raya.

¿Y exactamente cuáles son estas complicaciones del coronavirus? Vayamos por partes porque hay una buena colección.

Complicaciones pulmonares

“Sobre todo se están viendo trastornos inflamatorios o trastornos de cicatrices que pueden evolucionar hacia cierto grado de fibrosis pulmonar”, afirma Xavier Muñoz, neumólogo del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Vall d’Hebron.

Las lesiones inflamatorias son una consecuencia de la sobrerreacción que puede producirse en el organismo frente a un estímulo que viene del exterior, en este caso, la amenaza del virus. Se pueden curar, bien con tratamiento o incluso de manera espontánea. “Son lesiones del tipo de neumonitis, neumonía organizada, bronquiolitis…  Son unas lesiones inflamatorias que, si no las corregimos, también pueden evolucionar a fibrosis pulmonar”.

La fibrosis pulmonar es otra historia. Según podemos leer en la web de la Clínica Mayo, “la fibrosis pulmonar es una enfermedad pulmonar que se produce cuando el tejido pulmonar se daña y se producen cicatrices. Este tejido engrosado y rígido hace que sea más difícil que tus pulmones funcionen correctamente. A medida que la fibrosis pulmonar empeora, tienes cada vez más dificultad para respirar”.

En cuanto a la aparición de cicatrices (no desaparecen), “en algunos casos son compatibles con fibrosis pulmonar o a veces son otro tipo de cicatrices más banales, fruto del proceso de la neumonía, que ha quedado como si te hicieras un corte”, nos explica el neumólogo.

Contraer el coronavirus puede llevar aparejada la pérdida de capacidad pulmonar. Le preguntamos al neumólogo si pasada la enfermedad, se podría recuperar. “Si no es en el contexto de estas lesiones inflamatorias, cicatrices o fibrosis pulmonar, sí que se puede recuperar. A veces con rehabilitación y a veces de manera espontánea. Lo más normal es que se acabe recuperando. La recuperación de la capacidad pulmonar puede durar de dos a tres meses desde que se tiene la pulmonía. Hay personas que también se recuperan en un mes. Si no hay una lesión más grave, de las comentadas anteriormente, la resolución suele ser completa”, afirma Muñoz.

Por si esto no fuera poco, si se ha tenido la mala suerte de haber necesitado ventilación mecánica, existe el riesgo de contraer un tipo de neumonía, conocida como neumonía asociada a la ventilación mecánica. Se trata de una infección frecuente que se produce por la manera anómala en la que el aire está entrando en el pulmón. “La evolución puede ser la misma que la del virus. Lo normal es que evolucione a curación y casi sin secuelas, pero en algunos casos también pueden persistir fenómenos inflamatorios, en otros formarse cicatrices y en otros, los menos, evolucionar hacia formas de fibrosis pulmonar”, nos cuenta el neumólogo.

Le preguntamos al doctor acerca de las personas más vulnerables y aquellas que ya presentan enfermedades respiratorias como el asma o la EPOC. “Con la EPOC sí hay dudas. El resto de enfermedades respiratorias no parecen ser un factor de riesgo ni para tener más COVID ni para que esta sea más grave. Con los datos que tenemos hoy, no lo parece. Tanto los que tienen asma como los que no, pueden cogerla. La gravedad puede ser igual, poco grave o grave tanto si tienes asma como si no. En la EPOC sí que parece que puede ser que se tenga más susceptibilidad a coger la enfermedad y que esta también pueda ser más grave”.

En cuanto a la edad del paciente, Muñoz es tajante: “Aquí no hay duda. En personas mayores la gravedad es muy superior”. “No sabemos muy bien los mecanismos, pero parece que la clave está en la puerta de entrada. Hay un receptor en las células, que es la puerta de entrada del virus y este receptor, con la edad, se expresa mucho más. Si eres una persona joven y no tienes este receptor, te entrará mucho menos virus y si eres mayor, te entrará mucho más. Obviamente si te entra mucho más virus, el riesgo es mucho mayor”. Según el doctor, las personas con mayor riesgo de contraer coronavirus y de que este sea más grave son los mayores, pacientes con enfermedades cardíacas, personas muy obesas, diabéticos y enfermos renales.

Complicaciones motrices

¿Quién no ha leído u oído casos en los que personas afectadas por coronavirus, al despertar en la UCI, no podían ni caminar? Estos pacientes han pasado largo tiempo en la unidad de cuidados intensivos, sedados e intubados, conectados a ventilación mecánica por la gravedad de su situación. “Los pacientes están sedados, sin moverse, mientras el pulmón se recupera, lo que condiciona que la no utilización de esos músculos nos dé una atrofia por no usarlos. Es muy potente porque el organismo está sometido a tal estrés que está en la situación de catabolismo, de consumo de todos los recursos para hacer frente a la agresión que es, en este caso, la enfermedad de Covid”, explica la Dra. Ángeles Ballesteros, coordinadora del Grupo de Trabajo de Neurointensivismo y Trauma de la SEMICYUC (Sociedad Española de Medicina Intensiva Critica y Unidades Coronarias).

Aquí, además, se junta que el enfermo pierde las ganas de comer, por lo que el organismo intenta obtener de donde sea los nutrientes que necesita. Si no es de la dieta, echará mano del músculo y se producirá más pérdida de muscular. “Es importante mantener los parámetros nutricionales medianamente dignos para que no se pierda tanta masa muscular”, nos cuenta la Dra. Luisa Bordejé, coordinadora del Grupo de Trabajo de Metabolismo y Nutrición de la SEMICYUC. Y para ello se ha optado por las dietas hiperproteicas y, en algunos hospitales además se ha empleado la vitamina D y el omega 3. Sobre la adecuación de dar vitamina D, Bordejé nos cuenta: “No hay una evidencia clara de su eficacia, pero sí que hay hospitales que la han estado dando de forma empírica y los resultados los tendremos que ver”. En cuanto al omega 3, la doctora nos cuenta que en alimentación parenteral (por vena) parece ser efectiva pero que se ha estado dando a criterio de cada cual (eso sin contar con la ruptura de stock que se produjo al principio de la crisis).

Un último apunte con respecto a la pérdida de masa muscular, la medicación que se recibe estando en la UCI, especialmente los corticoides, también contribuyen a ella.

Cuando hablamos de complicaciones motrices, no solo podemos quedarnos en la afectación de las extremidades. “Esto no solo afecta a la motilidad de extremidades sino a uno de los principales músculos, que es el diafragma, para poder volver a respirar”, dice la doctora Ballesteros. Tras estar intubados, los pacientes necesitarán hacer rehabilitación motora y algunos también respiratoria. Sobre esta última, la doctora Sánchez Raya nos cuenta que sirve para “enseñar al paciente a respirar de una manera más efectiva, para que coja fuerza en su musculatura respiratoria y sea capaz de sacar por sí solo las secreciones respiratorias y aprender a respirar”. “Son ejercicios de soplar, de coger aire más profundamente, de suspirar… Eso cuando hay una movilización activa. Si no la hay se usa un aparato de tos asistida, que ayuda al paciente a toser y expulsar la mucosidad”.

En cuanto a si por ser joven o de edad media no vas a tener problema, Ballesteros apunta que “es verdad que la edad va pasando factura y se tiene menos reserva funcional conforme nos hacemos mayores, pero se han visto casos en edad media, sin ningún antecedente, físicamente perfectos, en personas que hacen deporte. El reposo, la sedación y la agresión que supone una infección de estas características, con esta gravedad, hacen que haya dificultad para volver a andar en todos los casos. La edad condiciona, claro, pero no solo eso. Fundamentalmente es la gravedad de la infección, que hace aumentar los días en los que se ha estado con sedación y relajación muscular”.

Complicaciones neurológicas

La doctora Ángeles Ballesteros nos cuenta que se han observado dos momentos en los que el coronavirus puede tener una afectación neurológica: cuando se ingresa en la UCI y cuando se retira la ventilación mecánica. “Hablando con cautela y a falta de analizar todos los registros, se estima que un 15% de los pacientes cuando ingresa en UCI puede tener manifestación neurológica”. “Lo que se ha visto es que los pacientes pueden ingresar con un cuadro de cefalea y/o un cuadro ‘confusional’, como de una cierta inquietud”.

En el segundo momento, en el que se ha superado el proceso neumónico, se retira la sedación y con ella el tubo que ha permitido que llegue aire a los pulmones del enfermo. “Lo que estamos viendo es que al retirar la sedación, se tienen cuadros de agitación muy llamativos, los enfermos no terminan de conectar con el medio, esto significa que cuando les pedimos respuestas a órdenes sencillas, no responden. Muchas veces tienen movilidad en todas las extremidades, no hay afectación en la motilidad, pero sí como en el nivel de consciencia”. “Se da como una especie de delirio que se va resolviendo con el paso de los días. A veces no se puede progresar en retirar el tubo porque hay mucha agitación, tenemos que mantener una sedación ligera y, sobre todo, buscar causas”, cuenta Ballesteros.

Este despertar anómalo ha sido bautizado con el nombre de neurocovid y puede deberse a cuatro motivos. El primero sería una ligera afectación de las neuronas que no han recibido todo el oxígeno que requerían, consecuencia de la neumonía (hace que haya menos oxígeno en la sangre). Otro motivo podría ser el posible daño sufrido en el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) provocado por el coronavirus. El tercero de los motivos apuntaría a los fármacos empleados para sedar a los enfermos. La última y cuarta razón que barajan los médicos sería que la propia COVID-19 genere un estado procoagulante que revierta en un déficit en el riego sanguíneo del cerebro. Esta hipótesis, además de apoyar la existencia de ese delirio y estado agitado al despertar (falta de riego a nivel discal, en vasos pequeños como capilares), respondería a por qué existen casos de afectados por coronavirus que además sufren  ictus (falta de riego en vasos grandes). “Nosotros lo que estamos viendo hasta ahora es que esta afectación neurológica como tal no les deja secuelas, salvo en casos en los que haya un ictus o una hemorragia cerebral, ahí sí que quedan”, apunta la doctora Ballesteros.

La doctora Sánchez Raya también habla del ictus como una de las complicaciones que se han visto en el Hospital Vall d’Hebron. “Además del síndrome postuci, nos hemos encontrado con complicaciones neurológicas que no esperábamos. No se sabe exactamente si es por la acción directa del virus o por la alteración en el sistema inflamatorio que este provoca, se están produciendo lesiones como edemas cerebrales difusos. Hay pacientes que se despiertan en la UCI como si hubieran tenido un ictus, no mueven del todo una extremidad, dos extremidades, medio cuerpo”. “Les pedimos una resonancia urgente de la cabeza y vemos que hay un edema cerebral porque han hecho como microinfartos en vasos pequeños, secundarios a todas estas complicaciones de las trombosis y de todo lo que provoca el virus a nivel orgánico”.

También se han observado casos de afasia, en los que el paciente tiene dificultad para hablar por una afectación en las áreas del lenguaje localizadas en la corteza cerebral.

Todas estas complicaciones que hemos mencionado corresponden al sistema nervioso central, es decir, al formado por el cerebro y la médula espinal. Sin embargo, Sánchez Raya nos cuenta que también se han visto problemas en el sistema nervioso periférico, encargado de conectar el central con los distintos miembros y órganos. “Se han dado varios casos de síndrome Guillain-Barré y pacientes con plexopatías, es decir, con lesiones de los brazos, de las piernas, de los nervios a nivel suelto, de brazos o de piernas. Esto hace que por ejemplo no se pueda mover un brazo”.

Preguntada por la edad de los que han sufrido problemas neurológicos, Sánchez Raya afirma que “se han visto complicaciones en gente de 30, 40 y 50 años. Pensábamos que solo le iba a pasar a gente mayor y la gente que ha tenido secuelas tiene entre 40 y 50 años”.

Otras complicaciones del coronavirus

Las fuentes consultadas también han citado casos de inflamación del corazón, daño en los riñones, disfagia (dificultad o imposibilidad de tragar), problemas psicológicos y la posibilidad de que el enfermo pueda sufrir el síndrome de fatiga crónica pasados seis meses de salir de cuidados intensivos.

 

Fuente: Muy Interesante

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Andy Benavides Comunicación | CoverNews por AF themes.