Cinco frases que afectan el desarrollo emocional de un niño (y cómo reemplazarlas)

Cuando criamos o educamos, muchas veces repetimos frases que escuchamos de nuestros propios padres o de otros adultos, sin detenernos a pensar en el impacto que pueden tener. Aunque dichas sin mala intención, algunas expresiones pueden dejar huella en la autoestima y en la forma en que un niño aprende a relacionarse con sus emociones.
A continuación, repasamos cinco frases habituales que conviene evitar, junto con propuestas para reemplazarlas por alternativas más constructivas.
1. “Porque yo lo digo”
Qué provoca: Corta el diálogo y transmite que la autoridad no necesita ser explicada. El niño puede sentir que su opinión no tiene valor.
Alternativa: “Entiendo que no te guste, pero quiero contarte por qué es importante hacerlo” o “Sé que no es lo que querés escuchar, pero necesito que lo comprendas”.
Dar una breve explicación fomenta la comprensión y la cooperación.
2. “Si no me hacés caso, te quedás sin…”
Qué provoca: Se percibe como amenaza. Genera miedo y una actitud defensiva, en lugar de incentivar la reflexión.
Alternativa: “Cuando termines de ordenar, vamos a la plaza” o “Si guardás todo, podemos seguir jugando”.
Así, el límite se presenta como una consecuencia lógica y no como un castigo.
3. “Dejá de llorar, no es para tanto”
Qué provoca: Minimiza sus emociones y le enseña que no vale la pena expresarlas.
Alternativa: “Veo que estás triste/enojado. ¿Querés contarme qué pasó?” o “Estoy acá para ayudarte a sentirte mejor”.
Reconocer lo que siente no significa darles la razón en todo, sino validar que su emoción es legítima.
4. “¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?”
Qué provoca: Hace que el niño se sienta torpe o que nunca logra cumplir con lo esperado.
Alternativa: “Ya lo hablamos antes, ¿querés que lo repasemos juntos?” o “Veamos dónde está la dificultad y buscamos una forma de recordarlo”.
El objetivo es acompañar el aprendizaje, no generar frustración.
5. “Vos sabés más que eso”
Qué provoca: Transmite decepción y puede minar la confianza en sí mismo.
Alternativa: “Sé que podés hacerlo, ¿querés que lo intentemos juntos?” o “Todos nos equivocamos; lo importante es qué hacemos después”.
Se trata de reforzar la confianza, no de señalar el error como un defecto personal.
Algunas frases que también conviene evitar
- “No llores, que no pasa nada”: le enseña a reprimir lo que siente.
- “Porque sos…” (acompañado de una etiqueta negativa): refuerza un rasgo que quizá no es real o que puede cambiar.
- Comparaciones con hermanos o amigos: generan inseguridad y resentimiento.
- Mensajes condicionados como “Si no te portás bien, no te quiero”: dañan la autoestima y la seguridad afectiva.
En resumen
Educar no significa “aflojar” con los límites, sino ponerlos de manera firme pero respetuosa, con explicaciones claras y contención emocional. Cuando un niño se siente escuchado y comprendido, es más probable que coopere y que crezca con confianza en sí mismo, resiliencia y empatía.