¿Premiamos las buenas notas o castigamos las malas?

Con las vacaciones de invierno  llegan las notas y los padres nos preguntamos qué hacer, ¿es correcto darle un premio o es su deber? ¿Lo castigo si tiene malas notas? ¿Y si nuestro hijo es un estudiante modelo? ¿Qué opinas los psicólogos de los premios por las notas? Después de una dura mitad de año son muchos los padres que se enfrentan a esta pregunta.

Muchas veces todos nos hemos planteado qué tipo de educación es la correcta para nuestros hijos o, por ejemplo, si es más efectivo un castigo ante malas acciones que un premio para potenciar las buenas.

Con la educación en general y con las notas académicas en particular, pasa lo mismo. Junio, ese mes que resulta decisivo para muchos niños: unos se han puesto las pilas y han conseguido remontar el curso; otros, por el contrario, no han conseguido superar los objetivos.

Por ello, muchos papás ahora, después de haber recogido las notas y ver los resultados de nuestros hijos, no sabemos si premiarles o castigarles. O hacerlo todo. O no hacer nada.

Al final, no se puede dar una respuesta unánime a un problema común de muchos niños, siendo cada uno de ellos y sus casos, muy particulares.

Probemos varios casos:

Nuestro hijo es un estudiante modelo
Aprueba todas, no necesita ayuda y sus notas son excelentes. Entonces, hay que reconocérselo. Si queremos darle algún privilegio podemos hacerlo, pero es muy importante que se acepte su trabajo. Un premio no siempre es algo material o un regalo enorme. Por ejemplo, podemos aumentarle la hora de estar en la calle un rato.

Si aprueba pero sus notas no son maravillosas
Hay que reconocerlo también. Decirle que es importante que se ocupe también él mismo de sus estudios –que en principio lo es- y que eso nos enorgullece y nos satisface como padres.

También es necesario hablar con él por si hay alguna asignatura que le cueste más para ponerle una solución.

Si ha hecho una remontada, pero no es suficiente
Obviamente, hay que reconocer el esfuerzo (que lo ha sido) aunque creamos que no. Pese a no haber conseguido su objetivo final, ha intentado hacerlo y eso es importante.

Podemos hablar con ellos, ver qué ha fallado y valorar su trabajo. Por supuesto, nunca dejar de motivarlo. ¿Qué nos pasa a nosotros cuando nos esforzamos en mucho en el trabajo y no es valorado? Nos desmotivamos y dejamos de darle importancia. En este caso, es igual.

Si no aprueba
Probablemente, la opción más temida por todos los padres.

El castigo, en este caso, no es la mejor solución e incluso puede volverse contraproducente. Si los castigamos, aprenderá que los estudios ‘son malos’ y puede comenzar a agarrarle cierta manía que al final se puede volver en nuestra y su contra.

Por ejemplo, si le llevamos a una academia, hay que hacérselo ver desde el punto de vista positivo: “es algo que te va a ayudar a entenderlo mejor” no como algo negativo “si no  estudiaste hasta ahora, vas a estudiar en las próximas vacaciones de verano todo lo que no hiciste durante el año”.

Ese tipo de comentarios puede suponer un problema que y a la larga, nos pasará factura.

En el caso de que queramos castigarlos lo mejor es retirarles algo banal, nunca algo necesario. Los niños deben salir a la calle, pasarla bien y divertirse. También forma parte de su desarrollo. Pero, por ejemplo, podemos reducirles las horas de tele a la semana.

Además, en este sentido la comunicación con nuestros hijos es clave. Hay que hablar e intentar razonar con ellos qué ha pasado. Ya sabes que han suspendido 4 o 5 o incluso que van a repetir el grado, pero ¿por qué? Dejemos que el niño nos dé su razonamiento. No le hagamos preguntas de sí y no. Es mejor ayudarle a identificar cuál ha sido el problema y encontrar, juntos, soluciones para atajarlo.

¿Y si las notas que trae a casa no son las esperadas?
A veces puede pasar que los padres nos hayamos hecho muchas ilusiones con las notas de nuestros hijos y el resultado no sea el esperado, sin embargo, no debemos dejarnos llevar por las emociones ni emitir juicios u opinones que puedan hacer daño o resultar incómodos. Es necesario reaccionar con empatía: «no siempre es fácil, pero cuando nos mostramos empáticos con nuestros hijos en realidad les estamos diciendo que les entendemos y que respetamos sus necesidades».

Además, siempre hay que tener en cuenta que lo normal es que, antes de llegar a casa con las notas, ya haya habido indicios previos de cómo va evolcuionando en el colegio, por lo que es clave anticiparnos e ir tratando de poner soluciones y ayudar a los niños en el camino.

Lo más importante es que las expectativas siempre estén sujetas a la particularidad de cada individuo, hay que tener en cuenta sus dificultades, sus puntos fuertes, sus necesidades para poder trazar unos objetivos y el método para alcanzarlos, siempre trabajando conjuntamente con nuestros hijos y con los tutores.

5 motivos por los que hacer regalos ‘de buenas notas’ podría perjudicar a los niños
Desincentiva la orientación a la excelencia: los niños deben comprender que es bueno para ellos cumplir con su trabajo, que además les ayuda a ser más responsables, a superar dificultades, a descubrir y desarrollar sus potencialidades y entender el mundo que les rodea. Pero además, es bueno que lo hagan de la mejor manera posible. De esta forma, pueden aprender a sentirse satisfechos por la realización de un trabajo bien hecho y no por el premio que viene después.
Fomenta una visión materialista del mundo: la mayoría de los niños tiene más juguetes y juegos de los que utilizan. Las recompensas materiales e incluso en forma de dinero sólo provocarán que el niño se sienta reconocido y satisfecho cuando reciba algo a cambio
Podría generar frustración: muchos padres prometen a sus hijos suculentos premios si sacan buenas notas. No obstante, en este caso se corre un doble riesgo. Si el niño no consigue cumplir los objetivos marcados por sus padres, por ejemplo aprobar todas las asignaturas, el niño se frustrará por no haber aprobado la asignatura y por no haber obtenido la recompensa. Si los resultados no son los esperados es el momento de evaluar las causas. Implicar a los niños en la comprensión de esas causas y en la búsqueda de soluciones es también ayudarles a ser responsables y a valorar su trabajo
Se desvirtúa el proceso de aprendizaje: la mayor recompensa de asistir a clase es el aprendizaje y tener cada día un poco más de conocimiento. Así debe trasmitirse a los más pequeños. Obtener regalos por haber sacado buenas notas podría confundir a los niños, ya que pueden llegar a pensar que el objetivo del colegio es conseguir regalos
Pone en peligro la trasmisión del valor de la responsabilidad: estudiar es el ‘trabajo’ de los más pequeños y estos nunca conseguirán ser responsables si no aprenden a que es bueno que cumplan con las tareas que les corresponden

“Hacer regalos a los niños pequeños por sacar buenas notas no es una buena idea. Sin embargo sí es necesario que los padres les reconozcan el trabajo bien hecho y el esfuerzo realizado (aunque los resultados no sean los deseados). Para ello pueden alabarle, mostrar su afecto, hacer alguna actividad con ellos como ir al cine o dejarles algunas horas de juego más en la videoconsola”.

Resumiendo…
Al final, cada caso es un mundo y no podemos establecer una ley que diga lo que sí o no tenemos que hacer.

En cualquier caso, es mucho mejor reforzar las buenas actuaciones que penalizar las negativas porque pueden volverse en nuestra contra y ver los estudios como algo negativo.

Además, es muy importante la confianza y la comunicación con ellos. Reconocer los aciertos y buscar soluciones a los errores. Juntos.

¿Premio material? Dependerá de cada papá y cada mamá. Hay otros premios que no tienen que ser regalos como móviles o un videojuego y que, igualmente, les pueden motivar más. Simplemente, hay que buscar cuáles son las cosas que nuestros hijos prefieren.

Fuente: Ser Padres

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